Eran las tres y media de la tarde cuando el bullicio ya se había hecho presente en los alrededores del Estadio León y allí, en medio de la multitud que empezaba a reunirse para ingresar al recinto, se podía percibir una figura envuelta en risas por las anécdotas recordadas.
Con su Fierabono de la puerta cinco colgado en el cuello, José Tavares, aficionado del Club León desde que tiene uso de razón, estaba emocionado como la primera vez que pisó las inmediaciones del apodado “Glorioso”.
“Convives con la gente, estás agusto con ellos, te desestresas y te emocionas con todo lo que sucede… y a veces te diviertes con cada tontería que haces”, expresó entre risas.
La rutina de acudir al estadio con sus amigos a disfrutar un partido de su Fiera se ha convertido en toda una tradición para él y su familia, pues desde hace cuarenta y nueve años, José acude cada que la vida le da ‘chance’ de hacerlo.
“Una vez que estábamos viendo un partido de futbol que vine con unos amigos, se les olvidaron unas llaves de la camioneta y tuvieron que regresar por allá hasta la Deportiva de León 1 para traer las de respuesto y pues, por eso si nos ganamos unas buenas caguamas”, recordó soltando una enorme carcajada por el recuerdo.
El tiempo podrá ser inexorable, pero historias como las de José son prueba de que, para el amor, las barreras no existen y puede resistir aquellos inevitables duros golpes de la vida.
Testigo de figuras como Roberto Salomone o la del comediante Teo González en su etapa como arquero, la nostalgia llega a su mente para fortalecer la enorme pasión por el equipo de su ciudad.
“Para mí el Club León es una religión y el futbol significa mi vida porque me ha tocado enseñar a muchos niños a jugar, me ha tocado dar clases a varios niños que, sin saber nada, comienzan a saberlo conmigo”.
Enfundado en la novedosa tercera camiseta de los Verdes, José Tavares disfrutó de su equipo en el Glorioso y, a pesar de la derrota por la mínima ante Tuzos, nada ni nadie podrá cambiar el enorme amor que siente por el Club León.