Nada ni nadie le robó esa sonrisa de oreja a oreja durante su presentación. Era innegable su alegría y expectación por el nuevo reto. Esos sentimientos se desbordaron cuando se puso la camiseta esmeralda para comenzar una efímera historia en el banquillo del Club León.
Al final, solo duró una semana en el banquillo de la Fiera.
Y es que la historia de Luis Américo Scatolaro es peculiar por la rapidez con la que pasó por el Club León, en una de las presidencias más polémicas del equipo durante su etapa en la Liga de Ascenso.
¿Qué sucedió para que su etapa fuera tan corta y distanciada con los hermanos Batarse? ¿Qué situación destapó su salida? ¿Qué pasó entre él y los altos mandos?
Las broncas del León
Es el año 2009, los hermanos Abraham y Jacobo Batarse acaban de comprarle el Club León al Grupo Pegaso y prometen invertir millones de dólares para sacar a la Fiera del “infierno” del circuito inferior.
Pero León tuvo un Clausura 2009 para el olvido. Un proyecto con ADN costarricense no rindió frutos, comandado por un Hernán Medford que solo ocupó el banquillo esmeralda por cinco partidos.
Entre tanto y tanto, Agustín Santillan y Gastón Obledo fueron los encargados de terminar un torneo de seis victorias, cinco empates y cinco derrotas, para un total de 23 puntos, cifras que los colocaron en un decepcionante onceavo lugar.
La llegada de Scatolaro
Tras un inicio de presidencia turbulento, los hermanos Batarse apostaron por un segundo proyecto extranjero al mando de Luis Américo Scatolaro, quien a pesar de llegar en buena fecha al equipo para la pretemporada, simplemente no pudo embonar con la idea de la directiva.
Aunque llegó el 25 de mayo del 2009, no fue presentado ante los medios de comunicación sino hasta cuatro días después, cuando su felicidad era innegable, con una sonrisa que no se borró en ningún momento.
Sin embargo, fue una felicidad efímera que terminó por diluirse a solo un par de días de haber dirigido su primer entrenamiento con el equipo.
La relación comenzó a romperse
A inicios de junio, la relación comenzó a romperse por una clara falta de comunicación entre el estratega argentino y la directiva verdiblanca.
El mismo entrenador comenzó a externar su preocupación por la falta de refuerzos en una plantilla que sufrió las bajas de Paulo César “Tilón” Chávez y Ricardo Martínez, dos jugadores que él consideraba vitales en su planteamiento.
“Vamos a estar tranquilos, el equipo se encuentra trabajando bien, los muchachos contentos, solamente falta resolver ese tema de refuerzos, que llegue la gente, pero se sigue trabajando en eso”.
Sin embargo y aun con su disposición, la gota que derramó el vaso fue la baja de Eder Patiño, su arquero titular.
La separación del cargo
La partida de Patiño sorprendió por completo a Scatolaro, pues lo consideraba como guardameta titular de su plantilla y con el que ya trabajaba en la pretemporada.
“No puedo decir que me voy contento… lo que sí puedo decir es respecto a los planes que se tenían, de repente cambia todo y eso me deja insatisfecho, pero es parte del futbol, solo resta darle las gracias a quienes confiaron en mí. Esto da vueltas y simplemente no hay que hablar más”, declaró el arquero al salir del equipo.
Esto simplemente detonó el rompimiento con la directiva y con el técnico quien, el 12 de junio del 2009, terminó siendo separado de su cargo tras una larga reunión con los hermanos Batarse.
Lo curioso es que, apenas en la mañana de aquel día, lo habían ratificado como director técnico.
Chava Reyes al relevo
A 13 años de distancia, la situación es recordada en la historia del equipo, pues existen pocos registros de técnicos que hayan durado tan poco en el banquillo esmeralda.
Tras la partida de Scatolaro llegó Salvador “Chava” Reyes Jr., quien también fue destituido sin poder terminar un Apertura 2009 de 21 puntos y un amargo décimo lugar.