Es frustrante que la actitud y el esfuerzo no alcancen para ganar. Así es el futbol, exigente y caprichoso, le pidió al León un gol para darle un triunfo sobre Toluca y este nunca llegó.
Los Verdes daban un partido tácticamente dominador, fue de ellos el primer tiempo sorprendiendo a los Diablos con una presión alta que no lograron sacudirse.
La Fiera llegó, se hizo presente en el área de Volpi, generó peligro y un repertorio de jugadas, pero faltó el último toque, el fino, el que siempre provoca el grito de gol.
Los 11 de Paiva corrieron verticales y coparon los espacios. Era la estrategia casi perfecta. Casi, porque faltó el gol.
Después, la expulsión de Fidel Ambriz por doble amarilla echó a perder el plan. Si la segunda amonestación pegó duro, la primera dolió más. Al minuto 17 nadie suponía que esa tarjeta sería tan significativa en el partido.
Aún con uno menos, la Fiera no se achicó y tuvo oportunidades claras de marcar.
Pero el Diablo supo más por viejo que por diablo. Nacho Ambriz adelantó líneas mediante lo que sabe su equipo hacer, tocar, tocar y tocar sin impacientarse.
La más clara, la que perdonó Di Yorio, se convirtió en un gol en contra para el León con la decisión del Fideo Álvarez y la indecisión de Barreiro. Trincherazo diabólico para los Verdes que los mató.
No hay queja por el esfuerzo, pero el esfuerzo sabe amargo si no hay un triunfo.
Lo cierto es que este León ya sumó cuatro duelos sin ganar en el presente torneo.
Lo cierto es que antes con Holan y ahora con Paiva, la Fiera ha sido incapaz de ganar en casa, con su gente.
Siete partidos sin hacerlo desde febrero pasado, es mucha la sequía y la afición del Glorioso, más que emocionada por el esfuerzo, requiere salir feliz por una victoria.
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