Cuatro derrotas seguidas ponen en duda la continuidad de Paiva al frente del León. La pobreza futbolística del conjunto esmeralda ya es de preocuparse, porque este equipo ha perdido su esencia. Dice el viejo adagio que “cuando juegas a no perder, terminas perdiendo”, y esa, desgraciadamente, es la propuesta del portugués.
Paiva decidió iniciar con Celestine y Bellón como pareja en la central, con el joven Ambriz sumándose por momentos como tercer central. Llamó la atención el regreso de Luis Montes a la titularidad, haciendo mancuerna en la media con Iván Rodríguez.
Del bostezo a la lágrima
El primer tiempo fue de bostezo. Pachuca, inseguro tras la derrota en casa ante América, mostró poca fuerza al ataque, y las escasas oportunidades que tuvo fueron resueltas por Cota. Por su parte, el León, jugando al frente con Dávila y Martinez, nunca generó una clara en los primeros cuarenta y cinco minutos.
Abrumado por las goleadas y la seguidilla de derrotas, el León se ha vuelto un equipo carente de ideas a la hora de atacar. Si bien es cierto que se buscó generar algo más con la presencia de Montes, en realidad el “Chapo” no pesó como se esperaba.
La rigorista expulsión de Celestine no afectó del todo a los Verdes. Paiva simplemente ajustó al hacer ingresar a Moreno y a Barreiro, y La Fiera, dedicada a defender todo el encuentro, no sintió la ausencia ni de Dávila ni de Martínez, quienes cedieron su lugar en la cancha.
Sin embargo, bastó un descuido para echar todo el trabajo defensivo a la borda. El gol hidalguense, prácticamente de último minuto, dejó poco margen de tiempo para pensar en una reacción. Así de pobre se ha vuelto el León.
La situación se ha tornado muy complicada para la institución verdiblanca, y si no hay una mejoría ante Atlas, podríamos estar viendo los últimos días de Paiva como técnico leonés.