La Fiera se entregó en el Gigante de Acero sin meter las garras, intentó con sus colmillos atacar, pero actuó dócil para defenderse.
Víctor Vucetich le ganó la batalla a Renato Paiva desde que trazó su plan. Venció con el lápiz y el papel, en la intimidad de su cerebro. El ‘Siempre Querido’ por la afición esmeralda perfiló a su equipo para esperar en el bloque bajo y atacar con el contragolpe.
La Fiera tuvo el balón por minutos, Rayados solo necesitó suspiros para batir a los esmeraldas.
Monterrey entró como cuchillo en mantequilla por las bandas y siempre estuvo en ventaja numérica cuando penetró a la zona de la defensa leonesa donde Barreiro y Bellón murieron como mártires sin saber a quién marcar, sin darse cuenta quién les propinaba el puntillazo.
Osvaldo Rodríguez y Byron Castillo desaparecieron en la primera función que deben desempeñar, que es la de defender. Malentendieron que apoyar en el ataque era quedarse en el ataque.
Ponchito González brilló con tres goles y una asistencia, cómo no hacerlo si ante él hubo una avenida libre, descuidada por un Castillo que fue candil como elemento ofensivo y oscuridad en la zona baja.
Fue otro primer tiempo en el que la Fiera se desdibujó. Minuto 36, tres goles en contra sin capacidad de respuesta. No hubo alguien que comandara la corrección esmeralda. Ni en la cancha ni en la banca.
El gol de Byron y el penalti atajado por Cota encendieron el recuerdo de aquella reacción bravía ante Pumas, pero esta vez la ilusión se desvaneció pronto. Cayó el cuarto y después el quinto en contra.
A Paiva se le hizo bolas el engrudo, la propuesta ofensiva que quiso plasmar en el empastado regiomontano resultó suicida. Y ante ‘Vuce’ y el oficio de sus Rayados, simplemente no se puede jugar así.
Esta Fiera se viste de gitana en el torneo. Una fecha atrás peleó con orgullo y ahora salió del Gigante de Acero con la dignidad ultrajada.
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