El triunfo ante Juárez representa un gran tanque de oxígeno para León, pero sobre todo para su entrenador.
En el León hubo voluntad, y gracias a ello ofreció un mejor partido ante Juárez.
Los buenos deseos y las ganas de hacer bien las cosas fueron suficientes en esta ocasión, pero si no se mejora en el aspecto táctico y en el desempeño individual de cada jugador, ante equipos más competitivos tal vez no se tenga la misma suerte.
Afortunadamente para la causa verdiblanca, un chispazo individual -en esta ocasión de Di Yorio- combinado con una pifia defensiva, le salvan la noche a un cuadro leonés que tuvo un desempeño discreto en lo general.
Di Yorio salvador
Esmeraldas y Bravos se trabaron en un partido cerrado, muy disputado en el medio campo y con pocas llegadas de gol. Tristemente, esa es la realidad actual del León de Paiva: jugarle parejo en casa al número 12 de la tabla general. A eso se ha llegado.
Ante los norteños, el portugués intentó modificar, y decidió mandar de inicio a Dávila, Yairo y Campbell, quienes le cambiaron la cara al equipo en el segundo tiempo ante Necaxa. Sin embargo, muy poco pasó durante casi todo el encuentro: los Verdes intentan, corren, buscan, pero -salvo el gol de Di Yorio- casi nada consiguen.
Aunque la zaga verdiblanca tuvo un respiro en esta ocasión por la pobre exigencia de la visita, adelante se continúa en el mismo tenor: limitada profundidad, escasas variantes, y se desperdician las pocas oportunidades ante el marco contrario. Aunado a todo lo anterior, el problema de las constantes tarjetas -rojas y amarillas- para los elementos leoneses, ya raya en la exageración.
Di Yorio no solo le salvó la noche al León, también le salvó la chamba a su entrenador, que gracias a ese gol podrá extender -quién sabe por cuanto tiempo- su estadía en nuestro país.