Solo con un triunfo se podía enmarcar el inicio de una era y el fin de otra.
Nicolás Larcamón llegó, Luis Montes se fue y la afición quedó contenta por la victoria sobre Necaxa.
León ofreció una primera mitad pobre e incierta, anulado por unos Rayos bien parados y destruyendo puntuales las jugadas esmeraldas. Lo impetuoso del debutante Yael Uribe pusieron el juego en complicaciones al cometer un penalti que puso arriba a los de Lillini.
Sabíamos que era imposible ver a un León completamente revitalizado en su funcionamiento. Las variantes que pretende Larcamón aún no se adhieren, cual tatuaje, en varios Esmeraldas.
En la primera parte vimos a Yairo muy centralizado y por momentos perdiéndose en la zona. Osvi Rodríguez y Uribe corrieron, pero sin una finalidad. Parecía mucho tener a tres centrales cuando Necaxa esperaba y no se lograba explotar adecuadamente las bandas.
Fue hasta la segunda parte que los Esmeraldas entendieron lo que quiere el domador con esta nueva forma de jugar. El ingreso de Iván Moreno aportó en demasía para esta mejora entendiéndose adecuadamente con Mena.
León supo explotar sobre todo la banda derecha y fue por ese sendero donde encontró los goles del triunfo. Dos buenas jugadas, dos golazos. Uno de Dávila y otro de Mena que resultaron dos golpes contundentes para un Necaxa que perdió el norte y ya no supo cómo reaccionar.
Larcamón sonrió con la reacción bravía de su equipo, motivo suficiente para hacerlo. Iniciar con el pie derecho ayuda a tomar confianza.
Triunfo dedicado a Luis Montes. Una dedicatoria que resultó un gran detalle de parte de los jugadores del León hacia el eterno capitán al mostrar el 10 en el festejo del segundo gol, pero queda corta como agradecimiento para quien dio mucho.
Parte del León un jugador diferente, le vimos crecer, fracturarse, levantarse y gozar de seis títulos con el León.
¡Éxito, Chapo!, que el tiempo te dé la oportunidad de despedirte de la afición leonesa con más tiempo y como te lo mereces.
Twitter @geraslugo