En una temporada llena de contrastes, tocó el turno de que el León mostrará su peor cara, ante el lugar diecisiete de la tabla. En la cancha del Estadio Azteca, vimos sucumbir ante Cruz Azul a un equipo esmeralda con pocos argumentos ofensivos, y que ha olvidado cómo jugar bajo la mística y el estilo que supuestamente tiene su técnico.
Aquel León de Larcamón que mordía al rival en todos los sectores de la cancha, que presionaba su salida y que tenía la vocación de desdoblar rápidamente al frente por los costados, se perdió en algún lugar y no ha vuelto a aparecer.
No se puede defender lo indefendible: las pobres exhibiciones dadas ante Atlas, el martes pasado, y ante La Máquina, este sábado, hacen dudar que esta escuadra llegará en un buen nivel a la cita mundialista en Yeda, en diciembre próximo.
No fue un buen partido de los Verdes desde el inicio. Titubeos como el que tuvo Cota muy temprano le restan seguridad a los defensores, y por el contrario, le otorga confianza a los atacantes rivales. Y así sucedió, Cruz Azul se dio cuenta que podía haber daño, y el gol de Sepúlveda pronto llegó.
El equipo de Larcamón, sin profundidad al frente, sin control del medio campo, y preocupado atrás con la presión de un rival que se envalentonó luego del gol, no generó una sola jugada de peligro sobre la meta de Gudiño en todo el primer tiempo. Así de mal están las cosas.
Pero lo verdaderamente preocupante, es el hecho de que un conjunto tan mediocre como el Cruz Azul actual se haya visto mejor que el León en varios momentos del encuentro.
Con los ingresos en la segunda mitad de Nicolás López, Borja Sánchez e Iván Rodríguez, complementados por el joven Santos, Larcamón intentó revertir las cosas dándole otra dinámica al medio campo, pero solo le alcanzó para un par de buenas jugadas frente al arco rival.
Y así, sin nada distinto que ofrecer, La Fiera se resignó a ver cómo los tres puntos se quedaron en el Azteca, ante un rival que hasta antes de esta cita, estaba muerto en la competencia.
En este León, el esfuerzo no es parejo. Hay jugadores que solamente gravitan y poco aportan, pero que el técnico se empeña en dejar en el once titular. Y así, con mil detalles por corregir, el tiempo se le acaba a una escuadra que, jugando a este nivel, muy poco tiene para ofrecer en la liguilla, y peor aún, en un Mundial de Clubes que está a la vuelta de la esquina.