No cabe duda que a la pólvora de Lucas Di Yorio la mojó la inconsistencia. Suma 437 minutos sin celebrar un gol propio con León, lapso que tal vez no sea como para exagerar en la exigencia hacia al ariete argentino, aunque los espacios entre cada uno de sus goles en este torneo son amplios.
Di Yorio suma tres dianas en 835 minutos repartidos en 11 juegos, en todos estos teniendo la oportunidad de ser titular.
Marcó tanto en las fechas 3, 7 y 9 contra Pumas, Puebla y Monterrey, respectivamente, y sus goles aportaron para que la Fiera sumara cuatro unidades.
La jugada en la que abanicó la pelota entrando al área en el último juego contra Mazatlán, nos refleja que el ángel que tienen los goleadores no está del todo con él.
La competencia de Di Yorio en León
En las malditas comparaciones que nos gusta hacer en el futbol, Brian Rubio levanta la mano.
Curiosamente, Rubio mide lo mismo que Di Yorio, 1.86 metros, y tiene la misma edad con 26 años y 4 meses, tan solo con dos semanitas de diferencia, lo que nos puede hacer pensar que este perfil es del gusto de Nicolás Larcamón para todo aquel que debiera ocupar el puesto de centro delantero en sus equipos.
Entrando como relevo de Di Yorio, Rubio ha dicho aquí estoy con goles ante San Luis y Mazatlán, tantos que fueron importantes para que la Fiera cosechara seis unidades.
En esta comparación estadística y hablando de ese ángel de todo goleador, Rubio anotó su par de dianas a los ocho minutos de su ingreso contra los potosinos y a cuatro de haber pisado cancha frente a los Cañoneros.
Los números de Di Yorio y Rubio nos pueden inclinar el sentimiento hacia el que ha sido más efectivo. La realidad es que, en el futbol, la jerarquía puede influir bastante por encima de las estadísticas en la decisión de muchos directores técnicos.
Y la siguiente decisión de Larcamón será importante.
Sentar a Di Yorio para el siguiente duelo, contra el América, sería evidenciar la incertidumbre en la que ha caído el argentino. Darle la oportunidad de ser titular, sería confiar en alguien que necesita despertar.
Es un hecho que el esquema de Larcamón necesita de un centro delantero que esté al ciento por ciento abriendo espacios, acompañando la jugada y matando al rival, así como resolvió Rubio para permitir el triunfo ante Mazatlán, de primera intención, con convicción y directo a la puerta.
Hay diversas maneras de trabajar con un delantero: una es tenerle fe, otra es darle una buena sacudida y la más radical es enviarlo a la banca. Chamba es la que tiene Larcamón con Di Yorio.
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