León.- La Fiera salió del corral tapatío con la conciencia de que pudo haber sido mejor. Tuvo sus oportunidades para irse al frente, para aniquilar al rival, pero desperdició unos 60 minutos, al menos, de dominio ante unas Chivas que tardaron en despertar.
Como ha sido la costumbre bajo la dirección de Nacho Ambriz, el León se manifestó mejor con pases llenos de sentido y dominio territorial, pero con carencia en la profundidad que siempre será necesaria para reflejarse en el marcador.
La ausencia de Fernando Navarro pesó en tanto que el lateral sabe convertirse en otro atacante más cuando el defender no es necesario. Y con el Chivas del primer tiempo no era necesario.
Aún así, Nacho Ambriz ahora sabe que puede contar con gente como David Ramírez, quien jugó bien supliendo a Navarro, no así con un Armando León que volvió a notarse asincrónico con el "Nickiller" Sosa.
Fiel a lo que sabe, el León fabricó sus llegadas de peligro con toques rápidos y trazos incisivos al área tapatía, sobre todo en el inicio de la segunda mitad. Incluso, pudo terminar este duelo en goleada sobre el Rebaño, pero el toque final falló en el área enemiga, a pocos metros de la línea de meta.
En esto, Ángel Mena no estuvo en su día, pudo irse al liderato de goleo fácilmente, pero falló tres y esta vez la exquisitez para definir la dejó en el vestidor.
Entonces las Chivas tomaron el oxígeno que todo equipo respira cuando es perdonado varias veces y con ello se dio sus oportunidades para anotar. Rodolfo Cota salió al quite cuando el rival se creció y ofreció unas atajadas llenas de calidad y otras que estuvieron llenas de la suerte de un buen portero.
No es un punto malo, pero tampoco bueno del todo. Suena esto ilógico, pero así es.
Porque viendo las circunstancias del partido, la Fiera pudo ganar, aunque perdonó, y también pudo perder, porque no mató.