En una etapa en donde la afición esmeralda comenzaba a creer de nueva cuenta, luego de pasar diez años en el “infierno” de la división de ascenso y a prácticamente un año de haber conseguido el retorno a la máxima categoría, el Club León dirigido por el uruguayo Gustavo Matosas, logró marcar la historia al lograr la sexta estrella en el escudo esmeralda, nada más ni nada menos que en la grama del estadio Azteca.
El conjunto verdiblanco había perfeccionado un estilo de juego que en primera instancia había dominado su paso por la ya extinta Liga de Ascenso, siendo parte fundamental de aquella evolución lo mostrado dentro del terreno de juego por jugadores como Ignacio “Nacho” González, Eisner Loboa, Carlos Peña, Luis Montes, además de la incorporación de elementos de gran calidad como Rafael Márquez, Mauro Boselli o Matías Britos.
Todo fue “viento en popa”.
Tras dejar en el camino a equipos como Monarcas Morelia y Santos Laguna, la Fiera enfrentó al América en la gran final en la que primero logró pegar en la cancha del estadio León por marcador de 2-0, con tantos de Carlos “Gullit” Peña y Mauro Boselli en un duelo realizado la noche del jueves 12 de diciembre de 2013.
Para la vuelta el ánimo estaba por los cielos para los verdiblancos, aunque sabían que faltaba conseguir la última victoria antes de acariciar un nuevo trofeo en la historia del club cuerero. Fue entonces que la noche del domingo 15 de diciembre la Fiera se metió a la cancha del “Coloso de Santa Úrsula” y entonces se gestó uno de los episodios más importantes en la historia del club.

La fiesta comenzó siendo de color amarillo, los cánticos en las gradas del imponente estadio Azteca eran en torno al América, pero conforme el tiempo avanzó las gargantas locales fueron haciendo “mutis” y con los tantos de Boselli, Ignacio González y Edwin Hernández vencieron de una vez por todas al cuadro de Coapa para arrebatarles un título que hasta la fecha sigue siendo motivo de una muy reñida rivalidad entre ambos frentes.

Lo sucedido en días consecutivos tatuó a toda una ciudad y a sus aficionados fuera de sus fronteras y es que en cualquier punto donde hubiera un seguidor verdiblanco el festejo por la sexta estrella fue motivo de gran orgullo.
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