Dos de las aficiones más apasionadas desde hace mucho tiempo son sin duda la del León y la de Santos Laguna, mismas que en esencia han hecho pesar sus respectivos inmuebles, pero sobre todo en aquellos tiempos en donde incluso el clima era todo un factor cuando estos dos equipos se enfrentaban.
Y es que en la década de los noventas, León jugaba los domingos en punto de las 12 del día, mientras que el equipo lagunero lo hacía también los domingos pero en punto de las 16 horas en el viejo estadio Corona de Torreón, ambos inmuebles con un peso específico muy importante por parte de sus aficiones.
Se entendía apenas el concepto de “Barra”.
Eran tiempos en donde las porras comenzaban a mutar a lo que actualmente se conocen como “barras“, con un estilo mucho más apegado a las costumbres sudamericanas, sin embargo, había dos que destacaban por emprender viajes a kilómetros de distancia y apoyar a sus respectivos equipos.

Por el bando esmeralda y luego de varios años en que en la zona de la puerta 7 se colocara la “Porra Familiar”, llegó el turno en 1998 de la creación de la “Ultra Verde“, fundada por Baltazar Gutiérrez, que, si bien fue el primer concepto de barra en León, todavía tenía tintes o esencia de una porra.
Con su tradicional manta colocada detrás de la portería de la puerta 5, que presumía la palabra “Ultra Verde” con una tipografía muy ad hoc de la época y en tonalidades verde, blanco y amarillo, por lo que rápidamente se popularizaron debido al nuevo concepto que manejaron.
“Las porras que habían en aquel tiempo eran la ‘Ultra Verde’, la ‘Pasión 44’ con Guadalupe Aviña, porras que nacieron muy fuertes, la diferencia de ahora es que en aquellos tiempos los esfuerzos por apoyar al León eran individuales, no había apoyo de la directiva, sobre todo cuando viajabamos”, comentó para Soy Fiera, Juan Castro, integrante de ‘Ultra Verde’.

Mientras que por el bando santista, destacaba la llamada “Sol-Plateas“, que se caracterizaba sobre todas las cosas por viajar con una enorme manta tipo bandera repartida a dos colores en tres espacios, siendo estos: verde, blanco y verde, con la leyenda escrita en letras negras “Duro, Santos, duro“.

Se encaraban
Era toda una costumbre que previo al partido, los integrantes de las porras tomaran sus asientos (algunas veces hasta dos horas antes), en el caso de la “Ultra Verde” en el ya mencionado lugar pegado al bulevar López Mateos, mientras que los laguneros, comúnmente eran colocados en preferente justo en la puerta ocho.
Y así comenzaban a encararse, en un sonido que de inmediato llamaba la atención de todos debido a que los de “Sol-Plateas” se ubicaban debajo de la zona techada, comúnmente sus gritos se escuchaban con mayor fuerza, pero los locales contestaban de todo a todo, desde mentadas de madre hasta con “Caminos de Guanajuato“.
Lejos estaban todavía por llegar los cánticos como tal que actualmente se escuchan en los estadios, ahí el punto era dejar en claro que el apoyo al equipo era de corazón y como uno más.

El grito de: “Leeeeeoooooooon” o la tradicional “León – tres aplausos – León”, eran prácticamente las formas en las que el aficionado comenzaba a ser partícipe de lo que minutos más tarde sería todo un espectáculo futbolístico.
“Ultra Verde si era muy fuerte aquí en León, hay muchos que ya se fueron, pero los que quedamos seguimos siendo ‘Ultra Verde de Corazón’, explicó Castro de 59 años.

A final de cuentas estas características del futbol mexicano, prácticamente solo quedan en el recuerdo, los tiempos han cambiado y ahora el bombo y el platillo son parte de la esencia que cobija cada uno de los partidos, misma que seguramente retornará una vez que la pandemia pase.
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