Nicolás Larcamón agrada, se le ve con buenos ojos.
Relativamente joven en el carrusel de entrenadores del máximo circuito, al timonel argentino se le presenta una buena oportunidad para demostrar su valía.
Se le puso en un momento dado como domador de Tigres, pero cayó en la madriguera de otro felino, uno que busca su novena estrella y salir de la sequía que ya duró un año sin Liguilla.
Larcamón dio un paso al costado en el compromiso que tenía con Puebla, equipo con el que le faltó dar el último golpe legítimo, el de llegar a una Final y ganarla.
Nicolás tendrá más herramientas en León, no tantas, pero sí más. Larcamón salió de un club que tiene el presupuesto limitado para dirigir a uno que se autolimita el dinero.
En todos los equipos el objetivo mayor es ser campeón, la diferencia está en los senderos que tienen que caminar para lograrlo. Aquí en León el apoyo de la afición será diferente y también la presión, que es distinta a la que tenía en Puebla.
La directiva esmeralda rompió con Renato Paiva al que le molestó las no salidas y las no llegadas de jugadores.
Pero la huida del lusitano no arregla automáticamente las dolencias de la Fiera.
Larcamón tendrá que poner mano firme en el felino esmeralda para revitalizarlo en su estilo de juego, sacar nuevos ídolos y catapultar a los orgullos de la cantera, incluso, trabajar con los 'Hijos de Matosas', que fueron en buena parte la manzana de la discordia entre la directiva y Paiva.
La Fiera necesita de Larcamón para resurgir y Larcamón de la Fiera para poner su carrera en un escalón más arriba a lo que hasta ahora ha llegado. Una simbiosis de esas que escriben buenas historias.
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