Estimados amigos, hoy es Viernes de Orgullo Esmeralda, día perfecto para recordar pasajes y personajes de la gran historia del equipo León.
Si hemos de hablar de parejas de defensas centrales aguerridas y constantes en la Fiera, tenemos que referirnos a los “Hermanos Muerte”.
Efraín y Gill Loza representan una de las grandes historias de hermanos que han defendido la casaca esmeralda con un orgullo muy peculiar.
Efraín, el mayor, llegó al León cuando buscando fama y fortuna viajó a los Estados Unidos donde conoció a Adalberto López, el histórico goleador del equipo verdiblanco. El “Dumbo” lo recomendó para enfilarse con el León y un salvoconducto así no podía rechazarse.
Efraín trajo consigo a su hermano Gil en tiempos cuando el León había tomado el rumbo de mexicanizarse a inicios de la década de los sesenta, por lo que ocupaba futbolistas nacionales aguerridos y cabales.
El entonces técnico Luis Grill confió en ellos para comandar la zaga y a Efraín le dio el gafete de capitán.
Esta pareja de centrales pronto dio de qué hablar en la máxima categoría del futbol mexicano. Los hermanos Loza combinaban la clase, la presencia y la técnica con la fuerza, la gallardía, la dureza leal y el ahínco al defender.
Fue el legendario cronista Ángel Fernández quien los bautizó con el mote de “Hermanos Muerte”.
Efraín llegó a portar la playera nacional en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964. Gil, por su parte, hilvanó 158 partidos consecutivos de Liga, estando dentro del top cinco en este rubro en el futbol mexicano, así como 211 juegos seguidos contando también los torneos de Copa.
Héroes de mil batallas, defendieron al León en finales de Copa, destacando aquella que se escenificó en el Azteca donde superaron a las Chivas en 1966. De igual forma, formaron parte del plantel leonés que ganó la Copa en la 70-71.
Existe una imagen que refleja la entrega de los hermanos Loza por el escudo esmeralda. Esta se captó en 1968 cuando el León e Irapuato protagonizaron una bronca en la que Efraín, como capitán, puso el pecho por sus futbolistas, aunque entre el mar de golpes le abrieron la ceja derecha que le hizo sangrar mucho.
Al ver esto, los demás jugadores del León salieron al quite y todavía se acrecentó más la trifulca.
Oriundos de Tepatitlán, se quedaron a hacer vida en la ciudad de León. La historia de Efraín y Gil nos regala como moraleja que en todo equipo se debe contar con unos “Hermanos Muerte” para defender la causa con lozanía y pundonor.
Recuerden que hoy es Viernes de Orgullo Esmeralda.
@geraslugo en X
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