LA TOTA CARBAJAL

Un minuto de aplausos y una mirada al cielo: Así despiden a La Tota en el Expiatorio

Exjugadores, aficionados y familiares despiden a don Toño Carbajal, leyenda de León

La misa por don Toño Carbajal en el templo Expiatorio.Créditos: Antonio Castro
Escrito en LEYENDAS el

Son casi las 11 de la mañana y en el atrio del templo Expiatorio hay charlas en voz baja, muchos saludos y un pesar general que se mezcla con la admiración compartida.

Acaba de llegar el ataúd con los restos de don Toño Carbajal. El legendario Tota es recibido con leves aplausos, tratando de no romper el protocolo, ni el respeto por la leyenda.

El adiós a La Tota

Carbajal, de 93 años, murió el martes en su casa. Dejó hijos, nietos, amigos, conocidos y admiradores que nunca lo vieron jugar.

Y es que en las bancas del templo, ya en la ceremonia, pueden verse niños de 14 años que decidieron no entrar a la escuela para ‘colarse’ a la misa de don Toño.

“Vimos en el periódico que había misa hoy, porque se murió La Tota, y vinimos a ver cómo estaba”, dice Alejandro, quien como sus dos compañeros, viste una polo blanca con el escudo de la escuela a la que debió entrar esta mañana.

Tres bancas atrás están Miguel “Pueblita” Fuentes y Ricardo “Chavicos” Enríquez, uno símbolo del Unión de Curtidores que Carbajal dirigió hace 40 años y el otro campeón con León en 1992.

A unos metros, Luis Estrada, campeón goleador con León en los 60s y quien conoció a La Tota.

“Era un profesional en toda la extensión de la palabra”, recuerda El Chino. “Siempre sudaba la camiseta y daba todo en el campo, por eso hacía tantos corajes, porque no le gustaba perder nunca”.

‘Era amigo de todos’

En el templo hace calor, pero nadie lo nota. El pesar recorre cada banca y cada mirada cruzada. Pero también hay cierta complicidad.

“Toño era amigo de todos, nunca le negaba el saludo a alguien”, dice uno de sus familiares, vestido de blanco y sentado adelante y al centro del templo. Las hijas de La Tota lo flanquean y escuchan al padre Fidel, quien oficia la misa.

“Nos dejó, pero está en las mejores manos”, dice el padre quizá insinuando que sólo Dios podría tener mejores palmas que las del mítico Carbajal, el portero que nunca usó guantes y que así, a ras de piel, atajó para ganar dos ligas con León y para ir a cinco Mundiales.

A la derecha, sentado, está Jesús Martínez Murguía, presidente del Club León. Entiende que es su deber mostrar la solidaridad de la Fiera con un personaje tan importante en la historia del equipo, pero al mismo tiempo renuncia al protagonismo.

“Si yo pudiera, tendría 11 Totas en mi equipo”, dice Martínez. “Don Toño estuvo en momentos buenos (del León) apoyando y en momentos malos, madreando, como debe de ser, fiel a su estilo”.

La voluntad de ayudar

Y es que don Toño era inconfundible. Una sonrisa eterna, como la que se le ve en la foto junto al féretro. Unas palabras siempre sinceras y directas y unas ganas de vivir que tan no le cabían en el pecho, que decidió compartirlas durante 30 años con los jóvenes de La Búsqueda.

“Ojalá muchas más personas tuvieran la voluntad de entregar su tiempo, lo que saben, sus ganas y su vida para ayudar a los demás como don Toño lo hizo”, dice la alcaldesa, Alejandra Gutiérrez, vestida de negro y quien hace dos semanas le hizo el último reconocimiento público a Carbajal, justo por su labor en el centro de rehabilitación La Búsqueda.

La porra de La Tota

Imposible pasar lista a los decenas de exjugadores que acuden a despedirse de La Tota. Tampoco pueden contarse las camisetas del León y el Unión de Curtidores que se ven por aquí y por allá.

El templo está casi lleno y al final, cuando el padre suelta los candados y termina el protocolo, suena un minuto de aplausos que no cabe en 60 segundos. Así debió escucharse en La Martinica, hace 57 años, cuando Carbajal jugó sus últimos partidos como profesional.

“¡Eeeh, La Tota!”, lanzan sorpresivamente unos muchachos de entre 12 y 20 años. Vestidos todos de negro, son solo algunos de esos a quienes La Tota ayudó y trató de encausar”.

“Siempre nos decía que lucháramos, que tomáramos su ejemplo de que desde abajo se puede llegar a lo máximo”, cuenta Marco, uno de los muchos que aceptaron ser entrenados por La Tota.

“Esta es la porra que siempre le echábamos cuando don Toño llegaba a La Búsqueda… ni esperábamos que entrara, sino que ya estábamos echando la porra para La Tota… nos ponía muy felices verlo”.

Carbajal dejó huella en cada uno de quienes lo despidieron esta tarde. En vida les dio algo y en vida le agradecieron. Y ahora, cuando el ataúd sale del templo para ir al estadio León, el aplauso lo acompaña en cada metro.

Murió La Tota, pero su herencia vive en todos, mano…

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