La temporada del Club León está a punto de irse a la basura, y la principal culpable de este tremendo fracaso es la directiva que lo ha descuidado tomando pésimas decisiones durante los últimos torneos.
Nacho Ambriz tiene muy poco que ver en las últimas tres derrotas.
Ambriz se ha encontrado con un equipo mal conformado, enviciado por un sistema de juego timorato, con titulares incapaces, y con elementos de banca que tampoco le sirven.
El desastre dejado por Eduardo Berizzo no puede ser arreglado en unos cuantos partidos, y desafortunadamente ya no se puede hacer mucho en lo que resta de la campaña.
La exhibición dada ante el Atlas en el “Jalisco” ha sido una de las más tristes ofrecidas por el León en los últimos tiempos. Tan triste fue, que a muchos nos acabó por transportar a la década de los ochenta, cuando La Fiera era el hazmerreir de la liga.
Un equipo que es incapaz de generar un solo disparo a puerta en 90 minutos no es más que un remedo de plantel.
Sin un centro delantero capaz, con un medio campo en el que cada quien “jala para su molino” porque no se tiene una función definida, con laterales ineficaces, y con una defensa cuyo líder -Barreiro- ha perdido los estribos y comete error tras error, empeñado más en discutir con los árbitros, La Fiera se ha convertido en una escuadra sin pies ni cabeza.
Al igual que el Santos el sábado pasado, los rojinegros apenas si hicieron lo necesario para quedarse con el triunfo, aprovechando los errores defensivos verdiblancos.
No es que el Atlas haya dado un gran partido, es que el conjunto leonés le regala el partido.
Y así, ante tales facilidades, imposible no aprovechar semejante obsequio. Solo un equipo tan incompetente como el León no aprovecharía esas circunstancias.
Tal vez lo único a destacar es el regreso a la titularidad de Oscar García. El joven guardameta mostró carácter tras su retorno a la meta esmeralda, y mucha personalidad durante el duelo ante los tapatíos.
Es una pena que su atajada del penalti no haya servido, y que el tiro se haya tenido que repetir. Pero fuera de eso, no hay nada para aplaudir.
James, que intenta poner buenos servicios, termina desapareciendo ante tanta inoperancia, desesperado y malhumorado por lo que tiene a su alrededor. Elementos como Beltrán, Alvarado, Ayón y Fonseca en casi nada contribuyen y pasan de noche, poniendo su granito de arena para que sea todo un suplicio ver jugar a este equipo.
Y así, con solo tres fechas por jugar, el panorama luce oscuro para una Fiera que está sufriendo las consecuencias de los sueños de “aventura ibérica” de sus propietarios, situación que no parece vaya a cambiar en el corto plazo.
